sábado, 24 de abril de 2010
El núcleo de la tierra
¿No es inquietante que a 6000 kilómetros de nuestros pies exista una masa de piedra líquida y superpesada? Y nosotros aquí, tan tranquilos, o peor aún, tan preocupados pensando en nuestras hipotecas y tonterías, cuando en realidad estamos a merced de que en cualquier momento aquello se ponga a girar o a temblar o a expandirse o sabe Dios qué. Debería darnos vergüenza.
Marilyn Monroe
Marilyn, la dulce Marilyn, la deseada Marilyn.
Pues a mí no me gusta. Entiéndanme, no me disgusta tampoco, pero la veo más como a una familiar que además es guapa que como a un objeto de deseo. Ya sé que suena raro, pero es así, no es precisamente un mito sexual para mí. Debe ser que me crie con Marilyn, con mi hermana y con mi prima, y no deseo a ninguna de ellas, aunque sean todas bellas y deseables por otros hombres.
Pero eso no quiere decir que no sea agradable a la vista, incluso a la mía. Aunque prefiero a Beyonce. Quizás porque la descubrí de adulto.
Mobiliario de jardín
Los muebles de jardín son a los muebles del salón como los tenistas a los jugadores de pádel, como los rosales a los potos, como los albañiles a las bailarinas clásicas, como los doberman a los caniches, como la regadera a la jarra de agua.
Adoro los muebles de jardín, son como el amigo fiel al que desgraciadamente ves poco, pero cuando te lo encuentras un día de verano no te defrauda, y ambos os comportáis como si os vierais a diario, confortables el uno para el otro.
Adoro los muebles de jardín, son como el amigo fiel al que desgraciadamente ves poco, pero cuando te lo encuentras un día de verano no te defrauda, y ambos os comportáis como si os vierais a diario, confortables el uno para el otro.
jueves, 22 de abril de 2010
Mantis
Ayer vi un documental de la 2 en miniatura en el rosal grande del jardín. Una minúscula mantis está creciendo junto a manadas de pulgones. Es de suponer que se comerá alguno de vez en cuando, como los guepardos a las gacelas, pero en ese momento estaban todos tan tranquilos. Era por la tarde, hacía calor, era la calurosa tregua de la sabana. Imagino a la pequeña mantis diezmando a los pulgones a la caída de la tarde.
¿Debo fumigar, aunque sea de forma ecológica? Esperaré, quizás mi pequeño depredador mantenga a raya a esos ñúes miniaturizados. Dejemos que por una vez la naturaleza se haga cargo, y seguiré disfrutando de la microsabana.
miércoles, 21 de abril de 2010
Madurar
En realidad nunca maduramos. Imitamos a personas que imitaban a personas que decían que habían madurado. Pero siempre somos niños en realidad, o nunca lo fuimos.
Narices
Dicen que la mayor parte del volumen del cerebro humano se desarrolló a partir del lóbulo olfativo de animales más primitivos. Debe ser por eso por lo que cuando paso junto a la hierbabuena del jardín y cierro los ojos me transporto a momentos de mi infancia en los que saboreo las croquetas de mi madre, aunque estén frías, o sorbo ruidosamente una cuchara llena de sopa de puchero.
Si por algún motivo se derrama gasolina o aceite de motor, o mejor aún, la combinación de ambos cerca mía, mi cuerpo se encuentra de pronto en un taller que hay detrás de mi casa, en el que me arreglan los frecuentes pinchazos de mi primera bicicleta.
A veces, ciertos trozos de madera me hacen viajar a una vieja cocina de una casa grande, transformada en taller de carpintería, donde mi padre hacía barriles y yo hago mis pinitos con unos trozos de madera de deshecho.
Cuando paseo en septiembre por las calles de mi pueblo, el olor de las bodegas en plena actividad me traslada a un lugar indeterminado, pero placentero y ancestral.
Pero los viajes más espectaculares, rápidos y directos se producen cuando hueles algo por primera vez en veinte o treinta años. Hace poco olí la tierra mojada por la lluvia, pero no era el olor de siempre, que te coloca eficaz y rutinariamente en el invierno del año anterior, o en alguna tormenta de verano. Éste era especial, desconocido y familiar a la vez. Y lloré como un bebé.
domingo, 4 de abril de 2010
La Jibia
La jibia suelta su tinta y sale pitando, y su depredador se queda mirando la tinta, creyendo que es la jibia lo que ve. Y la tinta se diluye en el agua, y el cazador se queda con un palmo de narices.
Pero mientras expulsa la tinta, ¿dónde termina la jibia y empieza la tinta? ¿No son, durante unos segundos, lo mismo en realidad? ¿En qué momento dejan de serlo? Porque mientras la tinta está dentro de la jibia, forma parte de ella. Cuando la tinta ya está fuera y la jibia ha tomado las de Villadiego, ¿la tinta no es ya jibia?
Luego están los chocos en su tinta, pero eso ya es otra historia...
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